Reflexión
La peor lepra del mundo, la lepra espiritual
Hoy en día, como en ningún otro período de la historia, estamos viviendo una verdadera epidemia de lepra que ya no es física sino espiritual. Ésta es una realidad que se repite, es sutil y parece normal, es imperceptible. El poder que hay en la lengua, en las palabras que profesamos con otras personas. “Es sabio si sabes lo que dices, pero necio si dices todo lo que sabes” Las palabras ocasionan más daño que un golpe físico. Maltratan, extorsionan, manipulan, golpean, matan, hieren. Son el arma letal que tenemos.

Por Julieta Pinzón
Mayo 2025
“María y Aaron hablaban mal de su hermano Moisés porque se había casado con una mujer que no era Hebrea sino Etíope. Y dijeron ¿Acaso Dios le ha hablado solo a Moisés? También nos ha hablado a nosotros. Dios oyó lo que habían dicho. Y se molestó al oírlo porque Moisés era la persona más humilde del mundo. Entonces Dios llamó a Moisés, a Aarón y a María y les dijo: Vayan los tres al santuario. Cuando fueron los 3, Dios bajó en la columna de nube y se puso a la entrada del Santuario; llamó entonces a Aarón y a María. Y cuando ellos se acercaron les dijo: Óiganme bien, ¿Por qué se atreven a hablar mal de Moisés? Ustedes saben que cuando yo quiero decirles algo por medio de un profeta, le hablo a este por medio de visiones y sueños. Pero con Moisés que es el más fiel de todos mis servidores, hablo cara a cara. A Él le digo claramente las cosas y dejo que me vea” Y Dios se alejó de ellos porque estaba muy enojado. Y resulta que cuando la nube se apartó del Santuario, a María le dio lepra. ¡la piel se le puso blanca como la nieve! Cuando Aaron vió a María le dijo a Moisés: Perdónanos por favor y no nos castigues por éste pecado. Lo que hicimos fue una tontería” Números 12:1-11
Un médico le dice a una persona con pocas palabras, que tiene una enfermedad grave, que lo más probable es que no viva y con esas palabras lo sentencia. Cuando amas a alguien y te acercas para decirle palabras duras, estas palabras acaban, decepcionan y lo más triste, es cuando sucede entre familia o cuando son palabras declaradas por personas que profesan el amor de Dios. Es el caso de la familia de Moisés. Cuando el faraón quería matar a los niños que estaban naciendo en ese momento, fue soltado en una canasta que corría por el río, hasta que lo encontró la hija del faraón y lo adoptó como hijo. Allí Moisés creció y luego salió al desierto para ser procesado por Dios, para luego volver, y sacar al pueblo de Egipto de la esclavitud y llevarlo hacia la libertad. Y sabiendo que tenía esa responsabilidad o llamado de Dios, también fue preparado para las críticas, porque en el desierto Dios te prepara para todo. Y no solo al hablar se peca sino al prestar nuestros oídos para escuchar. Una persona que habla es tan culpable como una que escucha. Y esto es lo que pasó en esta familia. Moisés era el menor, tenía a sus hermanos María y Aaron. Como eran familia, Dios los puso a su lado para desarrollar esta labor de liderazgo. Cuando Moisés encontró una mujer para que fuera su esposa que no era hebrea, sus hermanos, comenzaron a tener envidia y celos y hablaron entre ellos mal de él. Y la palabra de Dios lo ratifica: “De la abundancia del corazón habla la boca” Cuantas personas has amado y le has dado toda tu confianza y en un momento de crisis sueltan palabras que te hieren y aunque reconozcan su error y pidan perdón o digan “perdóname, no fue mi intención”, sabemos que al final, no podemos hablar algo que no está en nuestro corazón. Decir no fue mi intención, es mentirnos porque fue algo que estuvo allí guardado, que comenzó como una incomodidad, una envidia, un celo, un pequeño dolor, una mala información que quedó guardada en el corazón y que lastimosamente fuimos utilizados por el enemigo para darle cabida dentro; a esa mala idea, a esa mala percepción, porque de pronto te está pasando con alguien en tu iglesia, en el ministerio, en tu familia, en el trabajo. Te llevaste una mala impresión, te tomaste algo a pecho, algo que no era así y lo guardaste en tu mente, en tu corazón y en algún momento lo declaraste a esa persona, o lo hablaste con alguien que no debías hablarlo, hablaste lo que no era correcto, porque pensaste que era lo que debías hacer, para sentir apoyo, sentirte justificado, sentirte bien. Debes saber que cada palabra que estás soltando, solo está trayendo juicio para ti mismo, porque si juzgamos a otros también seremos juzgados. Dios es un Dios de justicia y los hermanos de Moisés se levantaron contra él y dijeron ¿Acaso Moisés es el único líder acá? ¿Cómo es posible que se haya casado con esa mujer y no nos haya hecho caso? Dios también habla a través de nosotros, instigando al pueblo para que los siguiera a ellos. Dios los confrontó y le dijo a María: Porque hablaste de mi siervo que es el más fiel de mi casa, si tú no sabes los procesos que yo he tenido con él, no lo conoces en la intimidad más que yo. Aquí estoy parafraseando lo que Dios trataba de decirle a María en ese momento. No hables de lo que no conoces, no te atrevas a expresar palabras a la ligera, por lo tanto María, estoy molesto contigo. Cuando la gloria de Dios subió, Moisés y Aaron miran a María y está con lepra. Y si sabes, la lepra no tiene cura, la persona se queda sin piel, se le va cayendo, se le va pudriendo. Aarón le dice a Moisés: Perdónanos, porque fuimos tontos al proferir palabras con ligereza, nos dejamos llevar por lo que está en el corazón. Cuando lanzas un juicio contra otro, primero eres juzgado y Dios hace que ese juicio venga sobre tí. La lepra es como el pecado, deteriora, acaba, daña el corazón. Es una raíz de amargura que destruye todo. Si pudieras hoy mirar y darte cuenta, a cuantas personas has hecho daño. Quizás hoy solo te ves como una víctima porque dices han hablado de mí, pero la pregunta hoy sería, ¿De cuántos hablaste tú? No permitas que la lepra te toque. Escucha esto y grábalo, “ninguna maldición viene sin causa y ojalá que la causa no sean tus palabras” La Biblia da un consejo en el libro de Santiago, Se pronto para escuchar, se tardó para hablar y se tardo para airarte. Esto llevó a María a tener lepra. Y cuando Moisés le oró a Dios y le pidió perdón por ella, le dijo: Una semana tendrá lepra, sácala del campamento, expúlsala. Nadie pudo cubrir el pecado que ella tuvo al hablar. Y el pueblo se estancó una semana, por causa de su tropiezo. Reflexiona, qué sale de tu boca, si es para maldición o bendición, porque si no, tu primero vas a ser juzgado. “Señor, Ayúdanos a entender que lo que consideramos común y normal, es lo que más nos puede afectar, porque hay principios en la vida y esos principios recaen con justicia, sobre cada uno de nosotros. Perdónanos y ayúdanos a perdonar también y no permitas que esa lepra espiritual nos toque.