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Reflexión

Los hábitos determinan tu éxito o fracaso

Como es costumbre, las metas que no cumplimos, los propósitos que abandonamos, los sueños que dejamos de perseguir son para el calendario que inicia nuevamente, metas por cumplir. Indistintamente de la edad, condición de salud, situación emocional o económica; debemos entender que no sabemos el día ni la hora de nuestra partida de esta vida terrenal y debemos establecer hábitos que conduzcan a la felicidad.
Por Julieta Pinzón Mayo 2024
Los que tenemos el privilegio de haber leído al menos por una vez, La Biblia, sabemos que es el mejor Manual de vida y sin que de manera explícita lo exprese, nos exhorta a una vida transformada por la renovación de la mente o cambio de hábitos. Por ejemplo, "Haced todo sin murmuraciones y contiendas" (Filipenses 2:14), nos exige un nuevo hábito. Para quienes pertenecemos a Cristo Jesús, el formar nuevos hábitos siendo controlados por el Espíritu Santo, se convierte en una forma de vida. Amarle es uno de los hábitos que Jesús describe. Jesús respondió: "El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada con él" (Juan 14:23).
Tenemos sueños y propósitos que deseamos, algún día sean realidad. Aprender un nuevo idioma, estar en forma, acabar una carrera, expresarnos sin groserías, no mentir, contener la ira y otras metas que queremos llegar a alcanzar, pero que se materializarán solo con buenos hábitos. Los hábitos son conductas que se realizan cada día, de forma automática y sin esfuerzo. Estos nos acercan a la realización de nuestros sueños, pero no surjen de la noche a la mañana. Es necesario enfocarnos en su consecución, dedicándoles esfuerzo físico y mental. Los hábitos se crean con pautas para su logro y una serie de aspectos a tener en cuenta cuando decidimos introducirlos a la vida diaria. Una acción que se vuelve algo cotidiano se transforma en un hábito y se hace casi sin pensarlo. Una vez asentados, implican menor consumo de energía física y mental. Hacer que algo nuevo se vuelva en el pan nuestro de cada día implica mayor concentración, consciencia de qué y cómo se hace y no perder el objetivo por el que se hace. No todos los hábitos se asientan con la misma facilidad ni tardan el mismo tiempo en volverse algo cotidiano. Varía en función de aspectos como el punto de partida en el que se encuentre la persona, sus habilidades físicas e intelectuales, los rasgos de su personalidad, el estilo de vida y otros hábitos asentados que puedan interferir con el hábito a incorporar. La rapidez con que se asienta el hábito depende del objetivo y de la dificultad del propio hábito a incorporar. Se afirma que se introduce un hábito en nuestro día a día, solo en 21 días o 3 semanas. Algunos hábitos pueden tardar muy poco en ser adquiridos, simplemente 18 días, mientras que otros, tardan casi un año en hacerse algo cotidiano. Fallar uno o dos días no repercute negativamente en la adquisición del hábito, pero sí afecta, si se falla más de dos. Dentro de los pasos básicos para adquirir un hábito, están:
1. Establecer metas específicas. Lo ideal es intentar introducir únicamente un hábito al principio, como mucho dos, y esperar lograrlo al cabo de un tiempo. Si se logra asentar el hábito, se puede intentar incrementar el nivel de complejidad.
2. Definir un plan sin excusas. Al introducir un nuevo hábito en la vida, surge la lucha constante contra la pereza y la vuelta a la rutina anterior. Es habitual que uno se diga que no dispone de suficiente tiempo, que no tiene el material que toca, que tiene otras obligaciones, etc. El peor enemigo para conseguir un sueño es uno mismo. Debemos identificar las excusas y preparar de antemano todo lo que consiga evitarlas. ¿Hay otras obligaciones que hacer? Pues hacerlas antes. ¿No tenemos el material necesario? Seguro que en casa hay algo o, sino, se compra y listos.
3. Programar recordatorios. Es vital recordar siempre, que se tenía que hacer. Podemos programar alarmas personalizadas, con un mensaje de texto en el que te recuerda qué debes hacer y cuándo. Dejar notas en lugares estratégicos de la casa, como el espejo del cuarto de baño, la puerta de la nevera o la pantalla del televisor en el que estén apuntadas las cosas que se tienen que hacer.
4. Controlar el progreso. Cada cierto tiempo, es conveniente ver el progreso, revisar si se han dado avances, y la mejor manera de verlo es apuntando en una libreta o en el móvil los días en los que se ha y no se ha cumplido con el hábito a realizar. Si algún día no hicimos la actividad, es muy importante apuntar el porqué de ello. De esta manera sabremos, no solo la frecuencia en que se está haciendo el hábito y en qué grado se está logrando el objetivo, sino también se detectarán posibles obstáculos que hayan surgido durante el proceso.
5. Celebrar lo conseguido. Aunque se haya fallado algún día, es posible celebrar al final de la semana o el mes lo conseguido, permitiéndose algún respiro o capricho. Las recompensas deben ser consecuentes y algo muy puntual. No tendría sentido celebrar haber estado una semana sin comer comida chatarra, comiendo un pastel entero el fin de semana o celebrar que hoy no fumé, encendiendo un cigarrillo a la mañana siguiente.
Debemos luchar por ser felices, por vivir cada día como si fuera el último, por mantener buenas relaciones con las demás personas, por hacer lo que se deba para estar mejor. Y nada más conveniente, que matar viejos hábitos que estancan e impidan nuestro crecimiento y tratar de dar comienzo a nuevos hábitos que nos ayuden a ser mejores en todos los roles. Empecemos por hábitos diarios como orar aunque sea 5 minutos; comer saludablemente, menos grasas y azucares y más agua; hacer ejercicio aunque sea solo una caminata de media hora; leer de manera selectiva publicaciones que llenen espiritualmente y contribuyan a nuestro intelecto; compartir más tiempo con familiares y amigos siendo más tolerantes y compasivos, menos egoístas e indiferentes; manejar una comunicación asertiva, con palabras pensadas, amables, con silencios obligatorios para evitar insultos, juicios y malos tratos. Una frase popular dice “El poder no está en los hábitos sino en cuánto tiempo se mantienen estos.” “Los hábitos intemperantes o desordenados del genio no hacen al genio.” “Todo vicio es un hábito, pero no todo hábito es vicio. El buen hábito es rutina y disciplina.”. Es tan importante adoptar buenos hábitos que estos constituyen sin lugar a dudas nuestro carácter, nuestra felicidad y nuestro destino.