Salud y Belleza
Beber menos, vivir más: el impacto real del alcohol en tu cuerpo
Son multiples y muy serias, las consecuencias del consumo de alcohol para la salud física y mental. El alcohol es una sustancia psicoactiva que afecta prácticamente a todos los órganos del cuerpo. Aunque su consumo está normalizado socialmente, la evidencia científica muestra que incluso cantidades bajas pueden tener efectos perjudiciales.
Por Julieta Pinzón
Diciembre 2025
Implicaciones en la salud física. Genera daño hepático. El hígado es el principal órgano encargado de metabolizar el alcohol. Su consumo continuado puede causar hígado graso alcohólico, hepatitis alcohólica o cirrosis, una enfermedad irreversible y potencialmente mortal.
Aumento del riesgo cardiovascular. Aunque antiguamente se popularizó la idea de que pequeñas cantidades de alcohol podían ser “cardioprotectoras”, hoy se sabe que el alcohol eleva la presión arterial, aumenta el riesgo de arritmias como la fibrilación auricular y puede contribuir al daño del músculo cardíaco (miocardiopatía alcohólica).
Aumenta el riesgo de padecer cáncer. El alcohol está clasificado como carcinógeno tipo 1 (máxima evidencia) y se asocia a cáncer de boca, laringe, faringe, de esófago, colorectal, de hígado y de mama en mujeres.
Aumento de peso y alteraciones metabólicas. El alcohol aporta muchas calorías y altera el metabolismo, favoreciendo el aumento de grasa abdominal, alteraciones en la tolerancia a la glucose y trastornos del sueño, que a su vez afectan al metabolismo.
Sistema inmunitario. El consumo regular debilita las defensas del organismo, aumentando la susceptibilidad a infecciones.
Aumento del riesgo cardiovascular. Aunque antiguamente se popularizó la idea de que pequeñas cantidades de alcohol podían ser “cardioprotectoras”, hoy se sabe que el alcohol eleva la presión arterial, aumenta el riesgo de arritmias como la fibrilación auricular y puede contribuir al daño del músculo cardíaco (miocardiopatía alcohólica).
Aumenta el riesgo de padecer cáncer. El alcohol está clasificado como carcinógeno tipo 1 (máxima evidencia) y se asocia a cáncer de boca, laringe, faringe, de esófago, colorectal, de hígado y de mama en mujeres.
Aumento de peso y alteraciones metabólicas. El alcohol aporta muchas calorías y altera el metabolismo, favoreciendo el aumento de grasa abdominal, alteraciones en la tolerancia a la glucose y trastornos del sueño, que a su vez afectan al metabolismo.
Sistema inmunitario. El consumo regular debilita las defensas del organismo, aumentando la susceptibilidad a infecciones.
Implicaciones en la salud mental. Depresión y ansiedad. El alcohol es un depresor del sistema nervioso central. Puede producer empeoramiento de síntomas depresivos, Incremento de la ansiedad, mayor impulsividad y a mediano plazo, el consumo frecuente exacerba los trastornos emocionales.
Alteración de funciones cognitivas. El alcohol afecta la memoria, la capacidad de concentración y la toma de decisiones. Su consumo crónico se asocia con deterioro cognitivo y aumenta el riesgo de demencia.
Dependencia y trastornos por consumo de alcohol. El alcohol puede generar dependencia física y psicológica, caracterizada por necesidad de consumir mayores cantidades (tolerancia), síntomas de abstinencia y pérdida de control sobre su consumo.
Impacto en relaciones y funcionamiento social. El consumo problemático puede provocar conflictos familiares, problemas laborales y mayor riesgo de violencia o conductas peligrosas, como conducción bajo efectos del alcohol
Alteración de funciones cognitivas. El alcohol afecta la memoria, la capacidad de concentración y la toma de decisiones. Su consumo crónico se asocia con deterioro cognitivo y aumenta el riesgo de demencia.
Dependencia y trastornos por consumo de alcohol. El alcohol puede generar dependencia física y psicológica, caracterizada por necesidad de consumir mayores cantidades (tolerancia), síntomas de abstinencia y pérdida de control sobre su consumo.
Impacto en relaciones y funcionamiento social. El consumo problemático puede provocar conflictos familiares, problemas laborales y mayor riesgo de violencia o conductas peligrosas, como conducción bajo efectos del alcohol
El gran problema del consumo de alcohol es que infortunadamente está muy ligado a nuestra vida diaria, especialmente a las relaciones sociales. Y la pregunta es, ¿cual sería la dosis mínima sin riesgo? Pues según la evidencia epidemiológica actual y los organismos de salud pública no existe una dosis de alcohol completamente libre de riesgo. Incluso cantidades pequeñas se asocian con aumento del riesgo de distintos tipos de cáncer, afectación del sueño, incremento del riesgo de accidentes.
Lo más aceptado hoy es el enfoque de “cuanto menos, mejor”. Sin embargo, si una persona adulta decide consumir alcohol, las recomendaciones suelen orientarse a evitar el consumo diario, mantener consumos moderados y ocasionales y no beber en situaciones de riesgo (embarazo, al volante, bajo medicación, enfermedades crónicas, etc.)
No obstante, existen guías en los diferentes paises, que marcan o determinan una dosis de alcohol de bajo riesgo aceptada.
Según una guía de Canadá estas son las dosis: Para mujeres: máximo 2 “tragos estándar” por día, hasta 10 tragos por semana. Para hombres: hasta 3 tragos por día y un máximo de 15 por semana. Recomiendan además tener días sin consumo de alcohol.
El Instituto Nacional sobre el Abuso del Alcohol (NIAAA) y los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de Estados Unidos, suelen decir que, para quienes deciden beber: Mujeres hasta 1 “trago estándar” por día. Hombres hasta 2 tragos estándar por día. Pero aclaran que incluso estos niveles no eliminan por completo los riesgos.
La Guía de Irlanda (HSE) afirma Mujeres: hasta 11 unidades (tragos estándar) por semana. Hombres: hasta 17 unidades por semana. Recomiendan además tener al menos 2-3 días sin beber a la semana. No tomar más de 6 tragos en una sola ocasión.
La definición de “trago estándar” cambia según el país, porque depende del porcentaje de alcohol de las bebidas y del volumen típico. “Bajo riesgo” no significa “sin riesgo”: todas estas guías reconocen que cualquier consumo de alcohol implica algún nivel de riesgo para la salud. Algunas guías (como la canadiense) enfatizan que los límites son para minimizar riesgos a largo plazo, no para garantizar que no haya daño. Además, los riesgos dependen de factores personales: edad, peso, estado de salud, medicamentos, genética, etc.
La Guía de Sanidad de España estima que un consumo “promedio bajo riesgo” es de 20 g/día para hombres y 10 g/día para mujeres. Según IARD (Asociación Internacional de Responsabilidad con el Alcohol), se recomiendan hasta 20 g/día para hombres y 10 g/día para mujeres para mantener un riesgo bajo. En la Guía Internacional de la OPS/OMS (Organización Panamericana de la Salud), el “bajo riesgo” en un día sería entre 1 a 40 g para hombres y 1 a 20 g para mujeres, según su clasificación. En Canadá, una “bebida estándar” equivale a 13,45 g de alcohol puro. Las guías del NIAAA (EE.UU.) definen una bebida estándar como 14 gramos de etanol.
En conclusion, el consumo de alcohol tiene efectos negativos tanto para la salud física como mental, incluso en cantidades reducidas. Aunque un consumo moderado y esporádico puede considerarse de bajo riesgo, no existe un nivel de alcohol completamente seguro. La mejor estrategia para proteger la salud es reducir al máximo el consumo y evitarlo en contextos vulnerables.