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Ciencia y Tecnología

La ciencia logra lo imposible: terapia génica permite que 11 niños vuelvan a escuchar

Una de las primeras terapias génicas desarrolladas para curar la sordera de nacimiento fue exitosa, lo que permitiría revertir una enfermedad para la que actualmente no hay cura. En pocos casos, los niños nacen con defectos genéticos que no les permiten escuchar nada, aunque sus oídos están físicamente intactos. El nuevo tratamiento ha sido aplicado en 12 niños, varios de ellos en España, y ha funcionado en 11. A tres de ellos les ha devuelto una capacidad auditiva completamente normal.
Por Julieta Pinzón Diciembre 2025
La terapia génica es una técnica en la que se emplean uno o más genes para tratar, prevenir o curar una enfermedad o trastorno médico. Funciona agregando copias nuevas de un gen que está dañado, o reemplazando un gen defectuoso o ausente en las células de un paciente con una versión sana de ese gen. Se ha usado para tratar enfermedades genéticas hereditarias (como hemofilia y anemia de células falciformes) y también trastornos adquiridos (como leucemia)
Los que mejor han respondido pasaron de no oír ruidos de más de 90 decibelios, similar al de un martillo hidráulico o un camión en marcha, a distinguir susurros y otros sonidos de menos de 25 decibelios, lo que marca un nivel de audición normal. En la mayoría de casos, la mejora auditiva es suficiente como para no necesitar implante coclear, el tratamiento habitual en estos casos y que, aunque mejora la percepción sensorial, no la recupera del todo. Los niños tratados tenían edades de entre 10 meses y 16 años.
El tratamiento denominado DB-OTO ha sido desarrollado por la farmacéutica estadounidense Regeneron, con la indispensable ayuda de una investigación genética de dos décadas realizada en España. La terapia consiste en una sola inyección en la cóclea, una estructura con forma de caracol en el oído interno. Cuando los niños nacen con dos copias defectuosas del gen OTOF, las células ciliadas de su oído son incapaces de percibir la vibración de los sonidos y enviar señales químicas a las neuronas para que el cerebro oiga. Con una sola inyección, en una intervención de 15 minutos, se introducen virus desactivados que transportan una copia sana del gen. Estos vectores entran selectivamente en las células auditivas y restauran el gen dañado.
La mayoría de los pacientes comenzaron a oír a las pocas semanas de recibir el tratamiento. Uno de los niños fue capaz de identificar por primera vez palabras de una y dos sílabas, y responder a voces y sonidos en ambientes llenos de ruido. Esto supone una enorme esperanza de que este tipo de tratamientos permitan recuperar la capacidad de hablar si se aplica en los primeros años de edad. Los resultados del estudio se publicaron recientemente en The New England Journal of Medicine, referente de la mejor investigación médica.
Aunque los resultados son muy prometedores, se requiere esperar a los resultados a más largo plazo para hablar de curación definitiva. Hay razones de peso para pensar que un tratamiento de una sola dosis pueda funcionar de por vida. Las células ciliadas del oído de los mamíferos no se multiplican, vivimos toda la vida con un número limitado. La terapia génica también se ha aplicado al tratamiento de ceguera, anemias y otras enfermedades raras, consiguiendo mantener su efectividad hasta 12 años después.
En pacientes seguidos durante periodos más prolongados, se ha observado estabilidad auditiva, así como una mejora continua en la comprensión del habla. Estos resultados son aún más conmovedores cuando se ven desde la perspectiva de las familias: como dijo uno de los padres, su situación ahora es inimaginable comparada con la de hace un año. La niña más joven tratada en este ensayo es Opal, una bebé británica nacida sorda por la mutación en OTOF que recibió la terapia cuando tenía menos de un año de edad. Seis meses después de la intervención, la niña tenía unos niveles de audición casi normales.
Los resultados se suman a los obtenidos por un tratamiento similar desarrollado en China en colaboración con la Universidad de Harvard, que le recuperó la audición a cinco niños que nacieron sordos por mutaciones en el OTOF. Los resultados sugieren que serán los niños de más corta edad y que aún no lleven implantes cocleares los que más se puedan beneficiar de estos futuros tratamientos, ya que si funcionan no necesitarían ninguna prótesis de por vida.
Estos ensayos son complicados y con pocos pacientes, porque las sorderas congénitas son raras: afectan a dos de cada mil niños recién nacidos y las mutaciones de OTOF suponen solo el 3%. Un próximo objetivo sería desarrollar una terapia génica para las mutaciones en el gen conexina 26, que suponen el 50% de los casos de sordera hereditaria.
Buena parte del trabajo de investigación en el que se sustenta el nuevo tratamiento estadounidense se ha hecho en España, en concreto en el laboratorio de Ignacio del Castillo, genetista del Hospital Ramón y Cajal de Madrid. Hace 20 años, el investigador comenzó a estudiar las diferentes mutaciones del OTOF que causan sordera congénita y a intentar entender su frecuencia. Descubrió una mutación cuatro veces más común. 
Esta terapia es muy esperanzadora, ya que ha tenido un efecto muy positivo en la mayoría de los pacientes e incluso algunos parecen curados”. Sin embargo, como los efectos más positivos no son universales, algunos pacientes se quedan “a medio camino” de recuperar el oído por completo, y ahora “hay que aclarar por qué”. Aissam, el año pasado se convirtió en la primera persona en el mundo occidental en recibir una terapia génica para tratar una sordera congénita. Era otro tratamiento experimental similar, también dirigido al gen OTOF, y que había desarrollado la empresa Akouos, ahora comprada por Eli Lilly. El joven recuperó la audición, pero no el habla. En estos casos hay una ventana en los tres o cuatro primeros años de vida para poder recuperar el habla, ya que la parte del cerebro dedicada a esta función se vuelca en otras tareas. Se aprecia, que lo mas conveniente es aplicar este tratamiento desde muy temprana edad.